Del Espejo a la Fuente -
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"Arcos Bruñidos" (2024) - Conferencia de Mujeres en San Antonio, Texas
El sermón se centra en la idea de que el amor de Dios es único y no igual para todos. Se enfatiza que cada persona tiene un lugar especial en el corazón de Dios y que nadie puede ser reemplazado. La singularidad de cada individuo se presenta como algo mejor que la igualdad, ya que ser "único" significa ser "sin rival." Esto lleva a la reflexión sobre por qué permitimos que las rivalidades nos roben nuestra identidad y propósito.
Se menciona que las rivalidades comenzaron con Lucifer, quien deseaba ser como Dios, y que estas divisiones se manifiestan en la sociedad actual, afectando las relaciones entre hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, y diferentes razas. El autor destaca la importancia de celebrar la singularidad de cada persona en lugar de caer en la clasificación y el juicio.
El sermón aborda tres conceptos que afectan a la iglesia:
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Clasificación: Se advierte sobre los peligros de encasillar a las personas, lo que limita nuestra comprensión de sus luchas y desafíos. Se hace un llamado a mostrar compasión y a dejar de lado las etiquetas que nos siguen.
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Comparación: Se cita a Theodore Roosevelt al decir que "la comparación es el ladrón de la alegría." Se anima a las personas a alegrarse por las bendiciones de los demás en lugar de verlas como una pérdida personal. La comparación no es sabia y no refleja el verdadero valor de cada uno.
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Auto-compensación: Se critica la tendencia de buscar validación a través de las redes sociales y los filtros. El autor enfatiza que debemos medirnos solo a nosotros mismos en relación con Jesús y no con los demás.
El sermón también incluye testimonios de sanación y restauración, destacando la necesidad de perdonar para sanar y la importancia de levantarse contra la culpa y la vergüenza. Se recuerda a las mujeres que son hijas de Dios y que tienen autoridad y provisión a través de la sangre de Jesús.
Finalmente, se hace un poderoso llamado a dejar atrás el miedo y la culpa, a levantarse con valentía y a reclamar la herencia que Dios ha prometido. Se enfatiza que no somos huérfanos, sino herederos de Su amor y bendición, y que Dios utilizará nuestras experiencias pasadas para ayudar a otros.
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